martes, 15 de noviembre de 2011

Consejos Para Tus Felinos 1









Vacunación de los gatitos

La vacunación es la única vía de prevención de ciertas enfermedades durante los primeros meses de vida y aunque, una vez adulto, nuestro gato no tenga acceso al exterior, también necesita la protección de las vacunas.

Desde que el gato nace y entra en contacto con el mundo exterior, su organismo pone en funcionamiento todos los recursos para protegerse de las agresiones externas. En unas ocasiones la piel y el pelo, en otras las diversas células especializadas y en general el sistema inmunitario del gatito procuran que los microorganismos patógenos presentes en el entorno no lleguen a colonizar su organismo.

Las primeras defensas específicas del gatito proceden de la madre, ya que durante los primeros días el amamantamiento no sólo provee de los nutrientes necesarios al nuevo animal, sino que en el calostro, primera leche materna, encontramos las defensas necesarias para que el gatito pase los primeros 30 a 40 días de vida suficientemente protegido.

Pero, ¿qué pasa después? Al pasar este tiempo de protección, el gatito necesita la protección mediante las vacunas, para lo que debemos acudir al veterinario sobre los 40-45 días de edad. En primer lugar, el veterinario realizará una valoración completa del estado general del animal y confirmará la ausencia de parásitos en las heces mediante un sencillo análisis coprológico, cuyos resultados determinarán la aplicación de un tratamiento antiparasitario u otro. La siguiente acción estará encaminada a diagnosticar el posible contacto del animal con dos peligrosas enfermedades: la leucemia y la inmunodeficiencia felina. Es importante realizar estas pruebas de forma previa a la vacunación para que todo el proceso sea correcto y efectivo.

En el caso de que dichas pruebas sean negativas, es decir, que nuestro gatito no ha tenido contacto con las enfermedades citadas, comenzará el proceso de vacunación, que dependerá del criterio del veterinario. En general, las vacunas utilizadas más comúnmente son la trivalente felina (panleucopenia, rinotraqueítis y calicivirus) y la leucemia felina; en ambos casos se pondrán dos dosis de cada vacuna con unos intervalos de tiempo entre ellas para reforzar la inmunidad.

A partir de este momento el veterinario nos sugerirá que también protejamos a nuestro gato contra otras enfermedades mediante las vacunas: la rabia, la peritonitis infecciosa felina (PIF)...

Tras una correcta pauta de vacunación supervisada por el veterinario, nuestro gatito tendrá unas defensas capaces de enfrentarse a las enfermedades producidas por los microorganismos presentes en las vacunas, pero esta inmunidad no es eterna. Por esta razón, cada año debemos acudir a la clínica veterinaria para que el profesional administre una dosis de recuerdo de cada tipo de vacuna utilizada durante la etapa de cachorro, lo que debe hacerse durante toda la vida del animal.

Es un error frecuente entre los propietarios de felinos pensar que el gato no necesita la vacunación como sus amigos los perros -cuyos propietarios no se cuestionan esta práctica- al creer que por no salir de casa están libren de peligro. Sin embargo, ¿saben ustedes que los agentes infecciosos que les provocan graves enfermedades pueden ser transportados por la ropa y el calzado del propietario? ¿Tienen ustedes claro que los contactos esporádicos de su mascota con otros animales durante fines de semana, veraneos, salidas al patio y a los tejados pueden acarrearle graves enfermedades?

Si a la duda y al desconocimiento le sumamos la dificultad que suele suponer llevarlo al veterinario (sale pocas veces y ello le provoca estrés y "malhumor" en cada salida), tendremos como resultado un gato sin protección y en grave riesgo sanitario.

Por todo ello, podemos concluir que la vacunación es fundamental como medida preventiva ante las enfermedades y que lo más correcto sería aplicar un plan de vacunación a cada gato según su estilo de vida (interior, exterior, campo...).

Asimismo, debemos recordar que para vacunar a un animal, éste debe gozar de un perfecto estado de salud, para lo que es fundamental una adecuada alimentación, dado que su sistema inmunitario necesita un correcto aporte de nutrientes para estar en condiciones adecuadas y las vacunas sean plenamente efectivas. A este respecto, los alimentos para gatitos de Royal Canin incorporan el “Inmunity Booster”, un complejo compuesto de vitaminas E y C, taurina, luteína y manano-oligosacáridos, cuya función es mejorar la respuesta ante las vacunas de los felinos más jóvenes y reforzar sus defensas naturales.

ENFERMEDADES FELINAS QUE TIENEN VACUNA

Panleucopenia: Una de las enfermedades que integra la vacuna trivalente de los gatos. Es una enfermedad producida por un parvovirus.
Rinotraqueítis: Otra de las enfermedades que componen el trío de la vacuna trivalente. Enfermedad provocada por un herpesvirus
Calicivirosis: La tercera de las enfermedades que componen la vacuna trivalente. Enfermedad causada por un picornavirus.
Leucemia: Enfermedad muy grave y especialmente contagiosa para nuestros gatos causada por un reovirus.
Rabia: Enfermedad vírica popularmente conocida que se transmite por la saliva inoculada tras la mordedura de un animal infectado.
Peritonitis infecciosa: Enfermedad provocada por un coronavirus que afecta principalmente a animales jóvenes, con una mayor incidencia en otoño y en invierno.

“Ya sé que soy raro y que hago cosas que no entiendes. En esta sección podrás comprender por qué no debes molestarme mientras duermo o por qué te regalo a veces mi cara más afable y otras mi más digna indiferencia”.



Conflictos "generacionales"

En muchas ocasiones, los humanos que conviven con gatos se plantean la incorporación de un pequeño amigo en una casa en la que habitan uno o más animales de “cierta edad”. Es el momento de valorar si se presentarán conflictos entre las distintas “generaciones”.

Si bien es cierto que un felino adulto, incluso senior, tiene sus costumbres, sus rutinas perfectamente definidas, y que la entrada de un “torbellino”, lleno de energías y todo tipo de “ideas descabelladas”, puede llegar a provocar ciertos momentos de tensión, estrés e, incluso, malestar, también es cierto que, en la gran mayoría de los casos, esta incorporación suele acabar aportando todo tipo de beneficios al ya “sedentario” felino.
Un gato “pequeño”, joven, tendrá todo su bagaje innato en plena efervescencia, lo que se traduce en un incesante despliegue de “movimientos”: querrá jugar con el adulto, le provocará, le seguirá, perseguirá... lo que, sin lugar a dudas, puede provocar en el adulto variadas reacciones, dependiendo de su “gatonalidad”: huida, bufidos, manotazos... y en contadas, muy contadas ocasiones, agresiones.
La incorporación del nuevo amigo debe realizarse con una IMPRESCINDIBLE planificación, pero desgraciadamente, nuestro humano impulso, nos conduce a “enamorarnos” de un tierno cachorro y meterlo en casa sin plantearnos ninguna de las variables a tener en cuenta.
Lo primero es asegurarnos, con ayuda del profesional, de que la sanidad del nuevo inquilino es perfecta y, una vez constatado este punto, deberíamos “acondicionar” la casa, con un difusor de feromonas (instalado unos diez días antes de la llegada), para que pueda surtir efecto tranquilizador en el animal residente, y un área específica para el nuevo gato, separada del “propietario” habitual. En esta zona el pequeño amigo ha de tener todo lo necesario para su vida: bandeja de lecho absorbente, comedero, bebedero, rascador...
Con esta delimitación de zonas conseguimos que el residente “sepa” que alguien más ocupa su casa, puede identificarle sin interaccionar, y permitimos un “acostumbramiento”.
En unos días, podremos permitir la presentación del nuevo amigo...
Algo muy importante es que durante esos días de “aislamiento preventivo”, frotemos a cada animal con un paño limpio por su hocico y entre los dedos de las patas, sobre todo. Así impregnaremos en dicho paño sus olores específicos, su “impronta de olor”, su “DNI”.
Esos paños impregnados de datos, serán frotados en el otro animal, con lo que conseguimos el imprescindible y favorecedor intercambio de olores. Un procedimiento barato y sencillo que ayuda a que ambos animales se reconozcan y acepten de forma mucho más sencilla.
A pesar de las feromonas, del confinamiento, de los paños con olores específicos, y dependiendo de la idiosincrasia individual, podemos encontrarnos con todas las variables posibles de reacciones en un primer encuentro. Como norma general diremos que sólo entraremos en acción si se produjera algo más que bufidos, carreras o algún manotazo, en cuyo caso es útil utilizar un espray de agua, que será la única y mejor forma de intervenir en caso de “conflicto bélico”, sin voces, sin meter nuestras manos por medio... sólo con el espray. En estos casos, debemos mantener el confinamiento unos días más.
A partir de este momento podemos ver como la relación mejora, con algún “brote” de llamadas de atención, para dejar claros los territorios y costumbres, pero siempre hacia una relación asentada y positiva.
En la práctica totalidad de los casos, los propietarios de animales adultos y seniors que incorporan un animal joven a casa, concluyen que la entrada del nuevo amigo provoca una “pérdida de años” en el animal más mayor: juega más, interacciona de una forma casi olvidada y está más activo y receptivo.
En definitiva, los conflictos generacionales pueden existir al incorporar un nuevo amigo al hogar, pero, con las pautas adecuadas, y con un toque de paciencia, los animales llegarán a la convivencia deseada.



Juegos para todas las edades

Aunque pensemos que el juego es algo propio de gatitos, en realidad es una práctica que puede acompañar a nuestro gato durante toda su vida.

Los gatitos al jugar, y sin saberlo, están aprendiendo las técnicas de caza que pudieran llegar a necesitar en su etapa adulta. También desconocen que esa divertida actividad les está permitiendo adquirir un completo desarrollo de todas sus estructuras, entre las más importantes, el sistema nervioso.

Un gatito que interacciona, que juega con sus hermanos de camada y posteriormente con su familia humana, tiene pocas posibilidades de presentar muchos problemas de comportamiento.

¿Y por que los gatos adultos siguen jugando?

El humano, con la socialización de los animales a sus entornos, intenta que sus amigos irracionales se comporten “de por vida” como cachorros, y quieren que el animal les necesite, que demande, acepte y busque sus manifestaciones de cariño. Y muchas veces lo logra: Es por ello que un gato adulto sigue manifestando comportamientos infantiles, como por ejemplo el juego; y no es que el gato en su ritual de juego esté persiguiendo, acechando o cazando una presa, ya que no la necesita porque tiene su plato de alimento siempre lleno. La manifestación del juego es simplemente una forma de pasarlo bien, de sentirse a gusto en su territorio y, en cierta medida, de mantenerse en forma.

Un gato que sale al exterior, que pasa gran parte de su tiempo de puertas afuera, dedicará menos tiempo al juego, ya que en sus salidas desarrolla conductas cazadoras o de marcaje de territorio, compitiendo con otros animales por posibles presas o parejas.

El juego es una conducta típica de los mamíferos, sobre todo de los carnívoros; en el caso de los gatos, juegan cuando están tranquilos, cuando ninguna otra necesidad (alimenticia, territorial, reproductiva...) les preocupa ni requiere de su plena atención; por esta razón todos los especialistas asocian el juego del animal a su bienestar.
Como bien saben los propietarios de gatos, el juego preferido de estos animales es perseguir objetos en movimiento; si estos no existen o no se les ofrecen, ellos se los buscan... ¡¡o se los inventan!!
Cuando un gato no dispone de estímulos de juego, si no tiene que perseguir, acechar y cazar, pueden aparecer problemas.
Son demasiados los propietarios de gatos que llegan a las consultas veterinarias quejándose de los arañazos y mordiscos que su “Félix” les propina de forma sorpresiva cuando caminan por el pasillo de su casa... algo que podría haberse evitado utilizando juguetes adecuados, interactivos, y no empleando nuestro cuerpo (manos principalmente) como parte primordial del juego desde que eran pequeños (el gato debe entender que la mano no es un juguete, ya que si le habituamos a jugar con nuestras manos, cuando sea adulto lo seguirá haciendo, con el consiguiente daño que ello suponga y la dificultad de quitarle ese hábito que nosotros mismos le hemos inculcado).

Aunque nuestros felinos, jóvenes o adultos, tengan capacidad suficiente para jugar sin nuestra participación, son múltiples las ocasiones en las que la intervención del propietario facilita el desencadenamiento del interés por el juego del animal.

Y aunque pueda parecer sorprendente, por la edad, nuestros felinos mayores también disfrutan del juego, eso sí, uno adecuado a sus “limitaciones”; en estos animales podemos, debemos, utilizar juegos interactivos que estimulan, no solo su actividad física (los mismos que para cachorros y adultos), sino aquellos que estimulan su cerebro: en las tiendas especializadas encontramos juegos que proponen situaciones para que el animal encuentre premios, que los deba mover para conseguirlos.

Lo importante es buscar juguetes adecuados, que no les supongan peligros para su salud y que les sirvan cuando están solos, y para divertirse con nosotros (juguetes interactivos, tipo cañas, plumeros o incluso punteros láser). En clínicas veterinarias y tiendas especializadas podemos conseguir una amplia variedad de juguetes adaptados para ellos.

En definitiva, debemos tener claro que los gatos, de cualquier edad y condición, se ven favorecidos por el juego, sólo debemos incitarles a que lo hagan y nunca, nunca, emplear nuestras manos para jugar con ellos.




El estrés de los gatos

Múltiples circunstancias pueden provocar que un gato se estrese y, por tanto, que presente determinados comportamientos anormales como consecuencia de las reacciones que el estrés causa en su cuerpo.

En nuestra sociedad actual, hablar del estrés entre los humanos parece algo normal, cotidiano, “natural”, y la triste realidad es que el estrés es un problema, una evidencia de que algo en nuestro entorno, en nuestro interior, “no funciona” correctamente.

Nuestros felinos nunca se sentirán estresados por llegar tarde al trabajo, por no llegar a fin de mes, por la cercanía de los exámenes… tienen “esa suerte”. Sin embargo tienen otra larga e inmensa lista de situaciones que pueden llegar a conducirles a problemas de estrés y sus claras y evidentes consecuencias.

Un gato que vive en un entorno estable, donde todo “está en su sitio”, sin novedades notables, estará tranquilo, feliz, sin problemas de comportamiento o síntomas de estrés.

Pero si comenzamos a variar entornos, rutinas, entradas y salidas de personas y animales, etc., estamos jugando todas las papeletas del sorteo: nuestro gato tendrá estrés.

Son cientos las consultas de animales que, aún esterilizados, siguen manifestando comportamientos higiénicos inadecuados (orina y/o heces fuera de la bandeja de lecho absorbente). Lo que se desconoce en muchas ocasiones es que, además de las posibles causas patológicas que provoca que el animal relacione la bandeja con dolor y elimine fuera de ella, hay una gran mayoría de casos en los que las causas hay que buscarlas en cambios en el entorno que hayan podido provocar estrés en el gato: la llegada de un bebé, nuevas personas en el hogar, cambios de mobiliario o de domicilio, etc., muchas razones que consiguen que el entorno de seguridad del animal se vea alterado.

Y un gato estresado no sólo se puede detectar por un cambio en sus hábitos higiénicos. Hay otros síntomas que delatan el problema: anorexia, salivación, vómitos, diarrea, temblores, pupilas dilatadas y falta de relación con el entorno (se esconden, se retraen, se aplastan contra el suelo, etc.)

La solución pasa, en primer lugar, por la prevención, intentando evitar estas situaciones estresantes, y después de producidas, por devolver a la normalidad al animal cuanto antes nos sea posible.

Aparte de rehabilitar su mundo de tranquilidad, existen medios que nos ayudan a que el felino “acelere” el proceso de reintegración a la normalidad, olvidando esos malos momentos que el estrés genera.

Uno de los métodos más usados y efectivos es el uso de feromonas; estos productos consiguen generar un entorno de tranquilidad, algo tan necesario para el gato en esta incómoda situación.

Otro excelente medio para retornar al felino a su vida de paz y tranquilidad es el uso de alimentos, si, alimentos, destinados a tal fin. CALM es el nombre de un novedoso alimento de prescripción veterinaria que ayuda a afrontar el estrés y sus indeseables efectos. Sus principios activos naturales (?-casozepina y L-triptófano) carecen de efectos secundarios y tienen propiedades reguladoras del estrés. Para que sea efectivo, CALM debería administrarse diez días antes de cualquier situación de estrés, por lo que debe ser considerado un “arma” en la acción preventiva (un viaje, una reforma de la casa, unas fiestas ruidosas en el barrio o en la ciudad, etc.) y administrarse durante un período de dos o tres meses, con lo que también puede considerarse como un elemento en la acción terapéutica.

Ante lo visto, debemos tener una cosa MUY PRESENTE: cuando el gato elimina su orina y heces fuera de la bandeja, lo que si podemos asegurar es que no lo hace por fastidiarnos, como un acto de humana venganza para hacernos pagar horas de soledad, o cosas similares. El estrés por cambios puede estar detrás y, por supuesto, si le castigamos, aumentaremos su grado de estrés y empeoraremos el problema.

Y si notamos otras alteraciones de conducta y detectamos esos síntomas ya descritos en su cuerpo, debemos plantearnos qué ha cambiado en el entorno que pueda haberlos provocado y acudir al veterinario para que nos ayude a paliar este problema.

Existen soluciones, prevención y tratamiento, y ambos son muy efectivos, tengámoslo en cuenta.



Trastornos del comportamiento

Tener un gato en casa supone una experiencia maravillosa. Sin embargo a veces ciertos cambios en su conducta pueden convertir la convivencia en un suplicio. Veamos cuales son los principales trastornos comportamentales que sufren los gatos domésticos.

TRASTORNOS DE ELIMINACIÓN

Los trastornos de la eliminación no es algo a lo que se le deba restar importancia. Su origen puede ser comportamental o clínico. Primero hay que tratar de investigar si pudiese haber algún tipo de afección clínica causante de este trastorno. A continuación, es necesario diferenciar la “proyección de orina” (spaying en inglés) de la «eliminación de orina». Un gato que proyecta su orina lo hace casi siempre sobre un soporte vertical, con la cola en posición vertical. Un gato que orina lo hace, generalmente, sobre superficies horizontales, en posición de cuclillas.

AVERSIONES

Pueden desarrollarse aversiones a causa del lugar de la eliminación, de sus características propias (naturaleza, limpieza, olor de la arena, tamaño, color de la caja de excrementos) o de su emplazamiento. En caso de falta de limpieza, es importante comprobar si recientemente se ha cambiado de marca de arena, si su limpieza es regular (algunos gatos se niegan a orinar en una arena en la que quede la más mínima deyección). Un cambio del olor de la arena también puede desorientar a los gatos. La concepción y el tamaño de la caja de excrementos también deben tenerse en cuenta. El gato puede no tolerar bien el hecho de pasar de cajones totalmente abiertos a cajas cerradas, accesibles únicamente por una puerta, y viceversa. Asimismo son posibles aversiones por el emplazamiento de la zona de eliminación. En ese caso, el gato asocia ésta con un acontecimiento estresante que, en ocasiones, puede ser difícil de identificar (una agresión por un congénere dentro de la caja, un ruido inesperado durante la micción...).

PREFERENCIAS

Las preferencias por un tipo de arena o por una localización determinada de la caja se desarrollan, casi siempre, después de aversiones pasadas. Es necesario identificar dichas preferencias para adaptar el entorno caso por caso. Un ejemplo habitual es el desarrollo de una preferencia por la eliminación en el exterior. En efecto, los gatos que pueden salir desarrollan a veces una preferencia por el jardín.
Si se produce un cambio de residencia y el gato ya no tiene acceso al exterior, entonces tendrá tendencia a orinar al lado de las plantas de la casa.

PROYECCIONES EXACERBADAS DE ORINA

Las proyecciones de orina pueden llegar a ser difíciles de manejar. Prácticamente un caso de cada dos está relacionado con la agresión de un gato exterior o con la introducción reciente de un nuevo individuo. También puede ocurrir que la causa sea mucho más desconcertante, como la adquisición de un nuevo objeto dentro de la casa (televisión, frigorífico...), cambios del ritmo de vida del propietario (paso de periodos de asueto a periodos de actividad, de horarios rígidos a vacacionales...). Una vez más, son los antecedentes los que ayudarán al veterinario a identificar la causa.
Las terapias para evitar este problema son múltiples, y entre ellas podemos mencionar: supresión del acceso al lugar, modificaciones de la naturaleza del soporte (colocación de papel de aluminio sobre la zona utilizada para la descarga), modificación de la función del área, dejando libre acceso al alimento, castigo a distancia sincrónico y adaptado (con ayuda de una pistola de agua, por ejemplo), aplicación del olor del gato frotando la cara con un trozo de algodón y aplicándolo sobre el soporte, utilización de feromonas, etc.

ZARPAZOS

El comportamiento de dar zarpazos es fisiológico. Pese a todo, es concebible que resulte indeseable dentro de casa. Las causas de este comportamiento hay que relacionarlas en ocasiones con las que originan las proyecciones de orina, y este comportamiento se suele acentuar en condiciones de ansiedad. La gestión pasa, sobre todo, por poner en práctica terapias de comportamiento en cuanto se detecta el problema. Estas terapias son múltiples y pueden adaptarse en función de la situación: supresión del acceso al lugar, castigo a distancia sincrónico y adaptado (con ayuda de una pistola de agua, por ejemplo), utilización de feromonas, etc.

ESTRÉS

El estrés puede definirse como un proceso de desequilibrio del organismo inducido por factores medioambientales. En casa hay que destacar que la intensidad del estrés y de sus manifestaciones clínicas depende de multitud de factores relacionados con el animal (predisposición en los gatos de tipo oriental, por ejemplo) y, sobre todo, relacionados con el entorno (condiciones del alojamiento, cohabitación con los congéneres, conducta inadaptada, etc.
El estrés puede expresarse a través de toda una serie de manifestaciones orgánicas (trastornos cardiovasculares, afecciones cutáneas por alteraciones en el crecimiento del pelo, trastornos enterocólicos crónicos, efecto inmunodepresor que predispone frente a afecciones diversas...). Los comportamientos elementales también pueden verse afectados (hambre, sed, ritmo biológico, termorregulación, comportamiento sexual), por lo que el estrés puede estar en el origen de multitud de trastornos comportamentales.
La gestión de los factores que desencadenan el estrés pasa, en primer lugar, por una adaptación a la casa. Es necesario habilitar una zona de intimidad donde el individuo pueda “ver sin ser visto”. Algunos estudios parecen indicar el interés de enriquecer el medio de vida de los animales (juguetes, música ambiental, etc.).

El marcaje

Que un gato realice sus deposiciones fuera de la bandeja de arena es el problema de conducta más frecuente de los felinos, y normalmente es debido al marcaje del territorio típico de su especie, aunque también existen excepciones

El marcaje es el rociado de superficies verticales mediante la orina, y es una conducta fisiológica de los felinos que realizan instintivamente para marcar su territorio y hacer ver al resto de congéneres quien es el “dueño” de la zona. Este comportamiento se produce principalmente en machos adultos no castrados, seguido muy de cerca por las hembras adultas no esterilizadas que estén en celo.

Lo que para el humano es algo evidentemente desagradable y problemático (pues se desespera viendo como su casa se llena de manchas y olores), para el felino que lo realiza no es otra cosa que una normal, aceptable, e incluso elegante y relevante, forma de comunicarse.

El marcaje no sólo se produce cuando existe una época de celo en machos o hembras; el rociado también aparece, por ejemplo, cuando llegan nuevos animales al hogar, con la entrada de nuevo mobiliario, cambios de casa, nuevas plantas en el entorno, etc. E incluso el rociado de la orina también puede responder al estrés o a la ansiedad del animal ante ciertos estímulos: nuevas personas en casa, castigos inadecuados, etc.

Entre las principales causas del marcaje con orina de un gato podemos destacar:

. Marcaje sexual (hormonal): es el más frecuente y su prevención es sencilla: la esterilización del animal a edad temprana, antes de presentar los primeros comportamientos sexuales. La esterilización no siempre elimina el problema, pero, sin lugar a dudas, es la forma más efectiva.

. Número de animales en el hogar, entrada de nuevos animales en el hogar o llegada de nuevos ejemplares al vecindario: el aumento del número de ejemplares en un entorno cercano (hogar), o en un entorno próximo (vecindad: tanto para los que salen como no del hogar), provoca un mayor “interés” del felino por establecer marcas territoriales, marcas que se producen mediante el marcaje con orina, principalmente.

. Cambios en su entorno directo: los cambios de mobiliario o las obras en casa, por ejemplo, son desencadenantes potenciales de conductas de marcaje, ya que el animal “necesita” delimitar de nuevo su propiedad y existen cosas nuevas que no son reconocibles y han de tener, cuanto antes, su “firma”.

. Otras causas de marcaje que, según el autor consultado, podrían estar agrupadas en los comportamientos higiénicos inadecuados por alteraciones de comportamiento, son los cambios de horarios de los propietarios, sus ausencias prolongadas, los castigos físicos o inadecuados, etc.

. Temperamento del animal: siempre debemos tener presente que cada animal es “un mundo”, y que no podemos equiparar comportamientos: existen animales sanos, sin problema alguno, que jamás tienen “interés” por el marcaje y, en el lado opuesto, felinos que, a pesar de la esterilización, siguen marcando “sin razón alguna”.

En el caso de que nuestro gato este realizando un rociado con orina, un marcaje de superficies verticales, debemos plantearnos que para su resolución será imprescindible seguir los siguientes pasos, de “la mano” de un especialista:

. Identificación de la causa: sin tener claro el origen del problema, si ponemos una solución inadecuada el problema puede empeorar.

. Reducción o modificación de los estímulos que provocan el rociado: una vez clara la causa, nuestra labor es intentar que el origen del problema desaparezca o se minimice.

Y, aunque ya lo hemos comentado en otras ocasiones, siempre debemos tener presente este cuadro aclaratorio cuando el problema aparezca en nuestro hogar; con él, podremos diferenciar el marcaje de los problemas de eliminación inadecuada.



Eliminación inadecuada
Marcaje

Se produce en machos y hembras
Se produce principalmente en machos enteros y en hembras en celo.

Se da a cualquier edad
Se da en adultos

Las heces y la orina aparecen en superficies horizontales
La orina aparece en superficies verticales

Se da con orina y heces
Se da sólo con orina

Las heces y la orina aparecen en cualquier sitio de la casa
La orina aparece en puertas, rodapiés, ventanas, objetos nuevos, ropa de las visitas...